BIOGRAFÍA
La vida personal de éste
Papa puede ser cuestionable, desde el punto de vista católico actual, ya que
era viudo y, padre de ocho hijos reconocidos, dos de ellos extramatrimoniales:
al hijo varón lo casó con Magdalena de Médicis y lo instaló en el
Vaticano. A la hija, la emparentó también por matrimonio con la familia
del tesorero papal. Se dice
también que su apoyo a la misión de Cristóbal Colón pudo venir motivada por el hecho de
que éste fuera también hijo bastardo suyo. Los rumores que apuntaban a que
Inocencio tenía una legión de hijos de las más diferentes mujeres le valieron
el chiste de ser llamado “Padre de Roma”.
Entre las grandes gestas de
Inocencio VIII figuran su
bendición a la coronación de Enrique VII, padre de Enrique VIII,
su decreto contra los magos y las brujas que luego comentaremos, elegir a Tomás
de Torquemada como Gran Inquisidor, conceder a Isabel y Fernando
(reyes de Aragón y Castilla) el título de “Católicas Majestades”, canonizar
a Catalina de Suecia y llamar a la Cruzada contra los Valdenses,
exhortando a la masacre sin perdón (hay que tener en cuenta que fueron
condenados por considerar la Biblia suma autoridad para un cristiano y
por denunciar la inmoralidad del clero, oponiéndose duramente al dominio de los
sacerdotes. En 1487 Inocencio VIII alentó su exterminio, lo que
constituyó el primer golpe en la batalla contra la brujería).
Durante los últimos
meses de su vida, vivió gracias a la leche que mamaba de una mujer. A
principios de 1492, se sabe que padecía de insuficiencia renal crónica,
que lo mantenía críticamente enfermo. Sus médicos habían agotado todas las terapéuticas de
la época, basadas, sobre todo, en sangrías, encontrándose el paciente a
las puertas de la muerte. En ese momento apareció en Roma un "médico
judío", según unos o, “un místico", según otros, que ofreció una
solución innovadora: cambiar la sangre del viejo Papa "por la de jóvenes
plenos de vigor y salud". De esta
manera, se contrató a tres niños de 10 años, pagando a sus familias un ducado
de oro a cada una, para extraerles la sangre y dársela de beber al pontífice.
Los resultados de esta curiosa transfusión fueron catastróficos, pues
tanto el Papa como los niños fallecieron.
SUMMIS DESIDERANTES AFFECTIBUS (Deseando con la más profunda ansiedad)
El papa Inocencio VIII va a ser una figura clave en la
historia de la brujería, pues fue
quien el 5 de diciembre de 1484 promulgó el documento que abrió la
puerta a la persecución: la bula titulada Summis desiderantes affectibus.
Aquelarre de Francisco de Goya |
En el año 906
se publicó el Canon Episcopi, un documento eclesiástico destinado
a los obispos que contiene abundantes referencias sobre la brujería. Su nota más destacada consiste en negar la existencia de
las brujas como realidades físicas efectivamente existentes, y
considerar que se trata de imaginaciones impías. El hecho de creer en las
brujas era considerado herejía en este documento, que incluía,
además, muchos testimonios de mujeres poseídas por el diablo y los
primeros testimonios de la existencia del shabath.(aquelarre).
Esta tendencia racionalista se mantuvo hasta el siglo XIII y la aparición
de la Inquisición.
En la bula de Inocencio
VIII se invierten los términos que acabamos de ver, pasando a considerarse una
herejía el no creer en las brujas. La bula derogó el Canon Episcopi,
reconoció la existencia de las brujas y abrió el camino a la persecución
indiscriminada de todo aquel sospecho de tener tratos con el diablo.
En ella, el Papa se
lamenta de la falta de apoyo que sufren los dos inquisidores dominicos
designados por él, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, pues ni clérigos ni
laicos estaban convencidos de que la brujería fuera un delito ni de que
estuviera muy extendida por Alemania. A partir de su promulgación, todos tendrían
que colaborar en las investigaciones inquisitoriales, so pena de que cayera
sobre ellos “la ira de Dios todopoderoso”.
Basándose en este
documento que incluyeron como prólogo, estos dos inquisidores publicaron en 1487
el famoso Malleus Maleficarum (Martillo de las brujas) libro que constituyó la autoridad suprema invocada en
todos los procesos de brujería hasta mediados del siglo XVII. Tanto en
los países católicos como más tarde en los protestantes, las
brujas fueron perseguidas y condenadas hasta en el siglo XVIII, como
consecuencia, directa e indirecta, de la Bula Summis desiderantes.
RESUMEN DE
LA BULA
Inocencio,
obispo, siervo de los siervos de dios, deseando con la más profunda ansiedad
que aumente y florezca la Fe Católica en todas partes, y que sea expulsada de
las tierras de los creyentes toda depravación herética, proclamamos los medios
y métodos por los que puede cumplirse nuestro objetivo cristiano.
Ha llegado
a nuestro conocimiento que en los últimos tiempos muchas personas han mantenido
relaciones con demonios, íncubus y súcubos, y por medio de
encantamientos, hechizos, conjuros y otras supersticiones malditas y terribles
embrujos, monstruosidades y delitos, matan y destruyen, torturan y acosan,
impiden que los hombres engendren y las mujeres conciban, reniegan
blasfemamente de la Fe que recibieron con el Bautismo y no se privan de cometer
las abominaciones y excesos más infames, poniendo en peligro su alma, con lo
que ofenden a su Divina Majestad y son motivo de escándalo y peligroso ejemplo.
Vuelo de las brujas, de Vaud |
Y aunque a
nuestros amados hijos, Heinrich y Jacob, se les ha conferido en Cartas
Apostólicas la tarea de inquisidores de estas depravaciones heréticas, no pocos
clérigos y laicos no tienen reparo en asegurar pertinazmente que no se
practican tales monstruosidades.
Por
consiguiente, deseosos de eliminar cuantos obstáculos y cortapisas impidan la
tarea de los inquisidores, así como de poner remedios consistentes para
prevenir la enfermedad de la herejía y otras infamias que propagan su veneno
para destruir las almas inocentes, en virtud de nuestra autoridad apostólicas,
decretamos y ordenamos que se otorgue potestad a los mencionados inquisidores
para proceder a la corrección, encarcelamiento y castigo de cualesquiera
personas que hubieren cometido tales abominaciones y monstruosidades.
Y rogamos
a nuestro hermano, el obispo de Estrasburgo, que anuncie nuestra bula y no
permita que ninguna autoridad los moleste o ponga impedimentos, desobedeciendo
estas cartas, amenazando a quienes lo hicieran con la excomunión, el interdicto
y otros castigos, penas y censuras aún más terribles, si así lo considerare
conveniente y sin derecho de apelación.
Que ningún
hombre se oponga a esta declaración, y si alguno osare hacerlo, que sepa que
sobre él caerá la ira de Dios todopoderoso y de los santos Apóstoles Pedro y
Pablo.
Execelentes aportes los de esta nota, me gustaría que le pusieras las referencias a la misma para conocer las fuentes en que te basaste.
ResponderEliminarHola Elvis, muchas gracias por tu comentario. Sobre lo que me preguntas, te diré que para hacer el grueso del artículo me basé en la "Enciclopedia de la Brujería y Demonología" de Rosell Hope Robbins, publicada por la Editorial Debate. Un saludo!
ResponderEliminar¡Cuánto falta saber de la historia para poder entender el presente!
ResponderEliminarLa foto pertenece a Alejandro VI, no a Inocencio VIII
ResponderEliminarTienes toda la razón Elías, fallo garrafal subsanado gracias a ti. Un saludo
Eliminarexcelente informacion! estuve buscando algo parcecido desde hace mucho tiempo! Gracias
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por leerme y por tu comentario. Un saludo!
EliminarExcelente comentario , pero me gustaria conocer el verdadero motivo de la promulgacion de esa bula papal
ResponderEliminarBuenas tardes Miguel,
ResponderEliminarTe comparto citas del libro," El conflicto de los siglos" en donde viene referencia directa a la bula papal y mostrando como principal motivo de esta, la exterminación de toda persona que no acepatara el dominio de la Roma papal, como fue le caso de los Valdenses. Esta bula incluye la desaparición de este grupo, ya que dedicaban sus vidas en exilio a copiar biblias y distribuirlas entre el pueblo francés. Dando así libertad de conciencia a todos aquellos que la buscaran.
Te agrego las citas:
Conflicto de los siglos cap.4
Historie des églises vaudoises, lib.2,cap. 2, pág. 8-10 (leyden,1669)
Les recomiendo el libro LEYENDAS NEGRAS DE LA IGLESIA ,está en internet y es de Vittorio Messori
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