viernes, 28 de diciembre de 2012

El tema de la muerte en la Baja Edad Media


Consecuencias sociales de la Peste Negra: un cambio de mentalidad

La gran mortandad que dejó diezmada la población de Europa tuvo como principal consecuencia psicológica un ambiente de temor y de tensión en la gente. En una sociedad mediatizada por la religión, la mayoría de la población consideraba que la voluntad de Dios era la causa última del fenómeno, y ello conllevará una serie de consecuencias sociales:

a.             Una mayor religiosidad ante esa crisis, traducida en actos de piedad masivos y en una verdadera avalancha de donaciones. Por otra parte, también los ritos fúnebres se van a ver afectados: se hacen entierros masivos y con prisas, descuidándose estos ritos, sin velatorios, empleando fosas comunes (tema recogido, por ejemplo, en El Decamerón), etc.
b.            La idea de que hay que disfrutar de la vida, ya que ni la oración ni la penitencia acaban con la enfermedad. Se incrementan, por tanto, los vicios, los crímenes, la promiscuidad y el derroche.
c.             Pérdida de la fe y aumento de las prácticas supersticiosas, que rayaban en el satanismo y la brujería, y que van a generar intolerancia y persecución.
d.            Antisemitismo: consecuencia de ese clima de intolerancia religiosa, que provocará también actitudes radicales y desesperación.

De esta manera, la angustia ante la muerte se afrontará de dos maneras opuestas que van a verse reflejadas en la literatura:

  1. Por un lado, retirarse del mundo, preparándose para morir bien (la buena muerte) y ganar la vida eterna.
  2. Por otro lado, apurar la vida al máximo aferrándose a los placeres mundanos.

Boccaccio será un testigo ocular de la Peste, y en su famoso Decamerón describe su impacto en la ciudad y cómo esta sucumbe a pesar de los esfuerzos y precauciones de unos habitantes cuyo miedo al contagio hará que incluso los médicos examinen a los enfermos manteniendo la máxima distancia posible.

El Decamerón presenta una supuesta reunión de siete mujeres y tres hombres, que entretienen el ocio forzoso en una finca, en donde se han recluido para huir de la Peste, contando cuentos: es una obra desenfrenadamente inmoral, lo que permitió una difusión fuera de lo común.

El tema de la muerte en la literatura española de la Baja Edad Media

La muerte era un tema siempre presente para el cristiano medieval, y eso se va a ver incrementado en este momento, tomando su aspecto más terrorífico y apareciendo sin previo aviso. Su presencia se convierte en obsesiva en el arte, la  literatura y todas las manifestaciones culturales posteriores a 1350.

No obstante, el primero en presentar la idea de que nadie está libre de ella y de que llega inesperadamente y sin dar explicaciones es el Arcipreste de Hita, que presenta en su Libro del buen amor una actitud ante la muerte un tanto rebelde y crítica: Si se lleva por igual a justos y pecadores, es INJUSTA.

A partir de esta obra es cuando la muerte comienza a cobrar protagonismo. El pesimismo ante la vida, el sentimiento de culpa y la idea de que la inevitable muerte es un castigo por los pecados cometidos se va a manifestar en una connotación negativa de la muerte, que se presenta como algo macabro, y en el sentimiento de que el mundo es anciano y va empeorando hasta su inevitable final. Sin embargo, como la muerte es igual para todos y se lleva por delante tanto al rico como al pobre, autores como Don Juan Manuel incluyen en sus obras lo que puede considerarse un consuelo para los más desfavorecidos: todos pueden salvarse si viven de acuerdo con su condición de noble, eclesiástico o campesino.

En la misma línea, Jorge Manrique habla en sus Coplas del poder igualatorio de la muerte, y de que la vida es efímera (tempus fugit) y puede acabarse en cualquier momento, por lo que hay que hacer buenas obras y arrepentirse de los pecados, preparándose así para el buen morir.

Este cambio de mentalidad del que estamos hablando supuso pasar de concebir la muerte como una buena muerte (Berceo), una muerte que no es dramática sino que es un paso a la otra vida que es la verdadera vida del cristiano, a verla como un castigo por nuestros pecados, y es lo que va a dar origen al surgimiento en la literatura y el arte de los temas macabros, las Danzas de la muerte y el Ars moriendi:

-          Las primeras se basan en el aspecto terrenal más temido de la muerte: la descomposición física. La imagen de la muerte como un esqueleto con un traje como el de los monjes de color negro y una guadaña viene también de aquí.
-          El segundo es un conjunto de textos escritos en latín que contienen consejos y procedimientos sobre cómo morir bien según la ideología cristiana de finales de la Edad Media.

De esta manera, en la literatura cortesana del siglo XV coexiste el miedo a la muerte (fomentado por esa visión macabra y terrorífica de las Danzas) con la preparación para una buena muerte y la esperanza de que con elle se inicie una vida mejor (fe en la salvación del alma).

Otra forma de enfrentar el miedo a la muerte: el Carpe Diem y el desprestigio del clero.

La otra forma de enfrentarlo es, tal y como hemos visto, aferrarse a los placeres mundanos y disfrutar de la vida, lo que llevará a recuperar el famoso tópico horaciano del Carpe Diem. Durante la Edad Media, este tópico es entendido como “vive el momento porque vas a morir pronto”, mientras que en el Renacimiento se entenderá como “vive el momento porque vas a envejecer pronto”.

El texto más característico que refleja dicho cambio es La Celestina, libro a quien Cervantes consideró “divino si encubriera más lo humano”: divino por su calidad artística, pero excesivamente humano por su amoralidad, ya que en él el ser humano, dejándose llevar por las pasiones, parece moverse en un mundo sin Dios. La obra ha sido también estudiada como un compendio de amor material de tono estrictamente pagano que ofrece un cuadro de la sociedad renacentista: sus miembros buscan la individualidad y el deleite y miran sólo por sus propios intereses.

La cuestión del clero.

En el ambiente de culpa y miedo que se genera tras la Peste Negra es muy influyente la actitud de los predicadores, que exhortan a sus fieles a llevar una buena conducta y ser buenos cristianos, y explicaría también el auge de la venta de indulgencias para el perdón de los pecados.

El incremento brutal del número de víctimas mortales y el miedo al contagio al administrarles los últimos sacramentos tuvo también dos importantes consecuencias en el terreno religioso:

  1. se abrió el acceso al sacerdocio a personas sin verdadera vocación, puesto que también el clero fue diezmado por la Peste y, sin embargo, se había incrementado la demanda de sacerdotes.
  2. Estos se descuidaron también en sus obligaciones, corrompiéndose y buscando un beneficio económico en sus acciones: mayor número de misas para reducir el tiempo de espera de las almas de los seres queridos en el purgatorio, y la citada venta de indulgencias.

Todo ello va a suponer el desprestigio del clero y el cuestionamiento de su autoridad, comenzando a manifestarse también en la literatura voces críticas hacia este estamento, tal y como sucede, por ejemplo, en la poesía goliardesca (ya conocida en el siglo XII) y posteriormente en El Lazarillo de Tormes.

Los goliardos eran clérigos vagabundos de vida irregular y también estudiantes pobres y pícaros, en cuyas obras, de carácter satírico y escritas principalmente en latín, criticaban a la iglesia y ensalzaban el vino, la taberna, el juego, las mujeres y el amor erótico.

Conocidos en España como sopistas, son también el origen de la Tuna y entre sus obras más célebres figuran los Carmina Burana: colección de poemas reunida hacia 1255 en Baviera, de los que Orff seleccionó los más representativos y les puso música en 1937.

Para saberlo todo sobre la pandemia de la Peste Negra o Peste Bubónica y sus consecuencias, pincha aquí:

2 comentarios:

  1. Gracias! La verdad que sobre el tema, no pude encontrar información que pueda entender. ¡Ahora si la puedo sintetizar y estudiar para entender mejor la clase! Gracias de verdad.

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  2. Estoy buscando alguna explicación sobre ese tratamiento que Rubén Darío da al tema de la muerte, no tengo los versos a manos pero esto les recordará: La he visto, no es mustia ni tiene faz de angustia, ni hace torva guadaña...

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