El mito del diluvio, de origen mesopotámico, viene recogido tanto en la Biblia como en la mitología
greco-latina. Así, Jenofonte señala hasta cinco diluvios si no universales sí
anegadores de una buena parte de la tierra conocida: El primero tuvo lugar
durante el reinado de Ogiges, el segundo en tiempos de Hércules, el tercero en
la época del segundo Ogiges, el cuarto es la historia de Deucalión y Pirra, y
el quinto y último cuando la guerra de Troya, siendo este último conocido como
“Faronio” o “Faraonio” porque sumergió una parte de Egipto.
A estos cinco cabría añadir otro más, conocido como “el
diluvio dardanio”, que según algunas versiones es el tercero cronológicamente
hablando, y según otras coincide con el de Deucalión. En cualquier caso, habría
tenido lugar antes de la llegada de Dárdano a la Tróada y a la fundación de
Dardania, antecesora de Troya.
a)
El diluvio de Ogiges
Tal como nos cuenta Vicenç Joaquín Bastús i Carrera, esta
inundación tuvo lugar en Beocia en el año 1796 aC , 300 años antes que el de
Deucalión (aunque no todos los críticos están de acuerdo con esta cronología.
El anticuarista Varrón, por ejemplo, lo menciona como el punto de partida más
antiguo para llegar a la historia de Roma, en el año 2366), y toma su nombre de
un rey, el más antiguo de Ática, que gobernaba por aquel entonces. Al parecer,
este diluvio no puede considerarse universal, pero sí habría sido de
mayores dimensiones que el de Deucalión. Ogiges y algunos compañeros se
salvaron de la catástrofe a bordo de un navío.
b)
El diluvio de Deucalión y
Pirra
Al igual que en el diluvio bíblico, la causa de este fue
también una venganza divina, en este caso de Zeus, el dios supremo del Olimpo,
contra los hombres de la edad del bronce, hijos de Licaón, que se atrevieron a
sacrificar a uno de sus hermanos y ofrecerle al mismo Zeus sus entrañas en un
banquete, mezcladas con las de las cabras y las ovejas. Esto originó la ira del
dios, que allí mismo los convirtió en lobos y decidió enviar una gran
inundación para destruir a la humanidad.
Pero el dios Prometeo tuvo conocimiento de los propósitos
de Zeus, y avisó a su hijo, Deucalión, recomendándole que construyera un arca y
allí se pusiera a salvo junto a su esposa, Pirra, la hija de Epimeteo y
Pandora. Se desencadenó entonces el diluvio que anegó toda Grecia excepto las
cimas de algunos montes. Durante 9 días, el arca flotó sobre las aguas hasta
que finalmente se posó sobre la cima del monte Olimpos, según algunos autores,
en el Parnaso, según otros, o en el Etna según unos terceros (hay más
versiones).
Coincide esta versión griega con la hebrea, a partir de
aquí, en dos aspectos: en que Deucalión, al parecer, envió una paloma en vuelo exploratorio
para detectar la bajada de las aguas, y en que cuando abandonaron esta efectuó
sacrificios a Zeus. Fueron también al templo de Temis, donde oraron suplicando
la renovación de la humanidad. La diosa escuchó sus plegarias, y a través del
oráculo les envió el siguiente mensaje, recogido por Ovidio en “Metamorfosis”:
“Alejaos del templo y cubrid la cabeza; desatad los
vestidos ceñidos y arrojad tras la espalda los huesos de la gran madre”.
Tras meditar sobre el significado de estas palabras, dado que
ambos eran huérfanos de madre, decidieron que se refería a las piedras que
había a la orilla del río, y así lo hicieron: arrojaron estas tras de sí, y
observaron cómo ellas se iban despojando de su rigidez y dureza y tomando forma
humana. De las rocas arrojadas por Deucalión surgieron hombres, de las de Pirra
mujeres. Y cuenta la leyenda que por eso los seres humanos somos un linaje duro
que soporta las fatigas, demostrando con ello cuál es nuestro origen.
Pero, tal como cuenta Pausanias, no fueron solo Deucalión y
Pirra quienes se salvaron del diluvio, y quizá este fue el motivo de que el
castigo de Zeus sirviera para poco: Megaro, hijo de Zeus; Cerambo de Pellón,
transformado en escarabajo por las ninfas; y los habitantes de Parnaso, a
quienes despertó el aullido de los lobos. Estos últimos emigraron a la Arcadia,
y allí hicieron lo mismo que antes del diluvio habían hecho los hijos de
Licaón: las abominaciones antropófagas que habían provocado la ira del dios.
Creo que falta más datos sobre estos acontecimientos en al pasado.
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