viernes, 18 de enero de 2013

Comentario de textos argumentativos



1.     ESTRUCTURA

El texto argumentativo consta de cuatro partes, que son:
Ø      Introducción o Exordio: es la presentación del problema o la causa.
Ø      Narratio o exposición de los hechos: donde el emisor da su opinión sobre los mismos: la tesis. Esta ha de ser breve, clara y verosímil, conjugando el docere y el delectare para no resultar aburrida.
Ø      Argumentatio o cuerpo de la argumentación: donde se aducen pruebas y argumentos y se refutan las tesis del contrario. Estos argumentos se presentan también en orden, que puede ser:
                                                              i.      Creciente: el más débil primero y el más fuerte al final.
                                                            ii.      Decreciente: al contrario.
                                                          iii.      Homérico: los más fuertes van al principio y al final, y el más débil en medio.
Ø      Epílogo o conclusión: se recuerda al receptor lo más relevante de lo expuesto y se insiste en la idea defendida, sintetizando los argumentos expuestos para conseguir la adhesión del auditorio.

Tipos de argumentos:
a)      Por asociación
v      Silogismos lógicos: basados en reglas de justicia, comparaciones y relaciones entre parte y todo.
v      Cuando se pone una proposición en relación con las opiniones que el auditorio ya aceptado:
                                                               i.      Por una relación de sucesión:
1.       argumentos pragmáticos
2.       argumentos de aprovechamiento u oportunidad
3.       argumentos de dirección hacia un fin
4.       argumentos de superación

                                                             ii.      Por una relación de coexistencia:
1.       ad personam
2.       captatio benevolentiae
3.       argumentos de autoridad.
v      Basados en casos particulares: ejemplos, modelos, analogías y metáforas.

b)      Por disociación:
Se recurre a pares de contrarios admitidos por la mayoría: subjetivo/objetivo; individual/universal…

c)       Falacias y pseudoargumentos:
-          El ridículo, la reducción al absurdo y la ironía.
-          Ad populum: apelando a los sentimientos de la multitud.
-          Ad hominem: descalificando al adversario.
-          Ad ignorancia: es cierto porque nadie ha demostrado lo contrario.

Una vez establecida esta estructura, hay que hablar de los mecanismos que aportan coherencia al discurso:
    • Anáfora: sustitución de un elemento que ya ha aparecido anteriormente.
    • Catáfora: primero aparece el elemento lingüístico y después el referente.
    • Deícticos: personales, espaciales y temporales.
    • Conectores: que marcan las distintas partes del texto y el tipo de relación que hay entre sus distintos elementos. Son adverbios, locuciones adverbiales y preposicionales y conjunciones, que se clasifican en los siguientes grupos:
      • De adicción
      • De contraste: pero, aunque, no obstante, por el contrario.
      • De causa: por que, puesto que, luego, así pues…
      • De tiempo
      • Distributivos: por una parte, frente a eso, en cuanto a…

  1. NIVEL PRAGMÁTICO
a)      En primer lugar, hay que fijarse en la situación comunicativa: la relación existente entre emisor y receptor, que va a condicionar el tipo de texto ante el que nos encontramos. Analizar el público al que va dirigido, si es un texto especializado o no, y en función de esto marcar el tipo de tema.
b)      La finalidad del texto es persuadir, convencer al lector de la tesis defendida por el autor.
c)       En cuanto a las funciones del lenguaje, predominan la referencial y la apelativa.

  1. NIVEL MORFOSINTÁCTICO 
Generalmente, el texto argumentativo se caracteriza, en este nivel, por los siguientes aspectos:
  • En cuanto a las modalidades oracionales:
    • En la argumentación subjetiva se utilizan oraciones enunciativas afirmativas, imperativas, interrogativas y optativas.
    • En la argumentación objetiva, predominan las impersonales y las subordinadas adverbiales de causa, oposición, finalidad y concesión.
  • En cuanto a los tipos de verbos: se utilizan verbos modales (poder, deber, desear), de opinión (creer, opinar), performativos (prometer, jurar) y verbos dicendi (decir, suscribir, afirmar, admitir…).
  • Predominan los adjetivos valorativos
  • Se emplean figuras literarias como: asíndeton, polisíndeton, paralelismos, enumeraciones, anáforas, hipérbaton y gradaciones. 

  1. NIVEL LÉXICO SEMÁNTICO 
Generalmente, se utiliza un vocabulario connotativo, en el que abundan los tropos y figuras literarias: metáfora, metonimia, antítesis, retruécano, apóstrofe, exclamación, antítesis, ironía, interrogación retórica, etc.

Comentario de textos expositivos


  1. ESTRUCTURA
La manera en la que un texto expositivo o argumentativo está estructurado es el campo de estudio de una de las partes de la Retórica: la dispositio. Dado que la finalidad que el autor persigue es hacer comprender su mensaje al receptor, es necesario que sus ideas se expresen de una manera clara y ordenada, que presenten un orden lógico y una jerarquía que haga más comprensible dichas ideas.

El texto expositivo puede presentar, por lo tanto, una de las siguientes estructuras:

Ø      Analítica
Comienza por exponer la tesis que se va a desarrollar posteriormente. Es, por tanto, un orden deductivo que parte de lo general para llegar a lo particular a través de la presentación de casos concretos/detalles/ejemplos…

Ø      Sintética
En la que se van aportando datos e ideas a partir de los cuales se formula una conclusión final que es la tesis defendida por el autor. Es, por tanto, un orden inductivo que parte de lo particular para llegar a lo general.

Ø      Encuadrada
Comienza mostrando la tesis, la explica y desarrolla y la reafirma a través de la conclusión final.

Ø      Paralela
Presenta varias ideas iguales en importancia, sin que haya jerarquía entre ellas ni aparezcan subordinadas unas a otras.

Una vez establecida esta estructura, hay que hablar de:

  • La progresión temática: que será:
    • Lineal o enlazada: cada rema se convierte en tema.
    • Constante: se van añadiendo informaciones.
    • De tema derivado: cuando hay un hipertema y se van desarrollando después sus distintas partes. 
  • Los mecanismos que aportan coherencia al discurso:
    • Anáfora: sustitución de un elemento que ya ha aparecido anteriormente.
    • Catáfora: primero aparece el elemento lingüístico y después el referente.
    • Deícticos: personales, espaciales y temporales.
    • Conectores: que marcan las distintas partes del texto y el tipo de relación que hay entre sus distintos elementos. Son adverbios, locuciones adverbiales y preposicionales y conjunciones, que se clasifican en los siguientes grupos:
      • De adicción
      • De contraste
      • De causa
      • De tiempo
  1. NIVEL PRAGMÁTICO 
El acto comunicativo de la exposición presupone que el emisor posee unos conocimientos superiores a los del destinatario, por lo que no sólo se transmiten datos, sino que se hacen comprensibles y se aclaran. Es por ello que se utilizan con frecuencia marcadores discursivos, que son mecanismos de cohesión textual y forman parte de la llamada Elocutio retórica. Estos mecanismos se subdividen en:
Ø      Marcadores: ya sean de reformulación o rectificación (es decir, o sea…) o bien de digresión o ruptura (por cierto…).
Ø      Operadores textuales: que marcan el inicio (en primer lugar), la continuidad (por otra parte, después) y la conclusión (por último, finalmente…).

Fruto de esa situación, se establece un pacto implícito entre emisor y receptor por el que éste acepta como verdadera la información recibida, ya que reconoce en aquel a una autoridad derivada de su estatus profesional, experiencia, etc.
Atendiendo a las características del texto que estamos analizando, podemos afirmar que el emisor se dirige a un público con conocimientos (mínimos o avanzados) sobre el tema objeto de exposición, por lo que nos encontraremos antes un texto bien divulgativo o bien especializado, de carácter científico, técnico, humanístico, etc.
Hay que remarcar también el hecho de que la finalidad del texto suele ser didáctica, pues se persigue ampliar los conocimientos del receptor.
Por último, mencionaremos las funciones del lenguaje, entre las cuales va a predominar la referencial, puesto que este tipo de texto exige objetividad, neutralidad y verificación.

  1. NIVEL MORFOSINTÁCTICO 
Generalmente, el texto expositivo se caracteriza, en este nivel, por los siguientes aspectos:

  • Predominan los verbos en presente de indicativo (tiempo de la enunciación, con valor intemporal), en pretérito imperfecto y en condicional (cuando lo que expresa son hipótesis o afirma algo aún no comprobado).
  • Si el texto es objetivo, predomina la tercera persona y la primera de plural, utilizada como plural de modestia o plural sociativo (se pretende con ello incluir al receptor en al exposición).
  • En cuanto a los tipos de oraciones que se emplean, hay que destacar que predominan las impersonales y pasivas reflejas, las de predicado nominal y las compuestas de distinto tipo:
    • Coordinadas para enumeraciones de ideas.
    • Subordinadas adjetivas para aclarar o explicar ideas.
    • Subordinadas adverbiales para añadir circunstancias a dichas ideas.
  • Predominan las oraciones enunciativas, si bien en el ensayo (subjetivo y en primera persona) pueden aparecer otras modalidades: exclamativas, exhortativas e interrogativas retóricas.
  • Abundan los verbos de estado y proceso, los adjetivos especificativos y los sustantivos abstractos. 
  1. NIVEL LÉXICO SEMÁNTICO 
Generalmente, se utiliza un vocabulario denotativo, en el que predomina la monosemia (excepto en el ensayo, que predomina la polisemia).

Hay que fijarse, además, en la presencia de tecnicismos y neologismos propios de las disciplinas científicas.









Comentario del plano morfosintáctico


En este plano de análisis, nos centraremos en los siguientes aspectos:

a)      El estilo del texto, en función de que predomine el Sintagma Nominal (estilo nominal, por lo tanto, que dará como resultado un texto estático, con un ritmo narrativo lento. Es más propio de textos de carácter descriptivo), o el Sintagma Verbal (estilo verbal: textos con mayor dinamismo y acción).
b)      Los tipos de palabras que forman el sintagma nominal:
a.       Qué tipo de sustantivos abunda: propios, comunes, concretos, abstractos, etc.
b.      La abundancia o escasez de adjetivos y su tipo (especificativos o epítetos). Observar si hay diminutivos o despectivos por el matiz que estos aportan.
c.       Otros complementos del nombre (sintagmas preposicionales, oraciones subordinadas…)
c)      Los tipos de palabras que forman el sintagma verbal:
a.       Qué tipo de verbos se utilizan (de acción, de estado, de movimiento…) y en qué tiempos y modos verbales se emplean (indicativo para una mayor objetividad, subjuntivo para expresar deseos, imperativo…)
b.      Adverbios: que permiten situar el texto en un tiempo y un lugar determinados. Esencial en el caso de textos narrativos.
d)      Los pronombres, fundamentalmente los personales.
e)      Tipo de oraciones que predominan en el texto.
f)        Figuras literarias en este nivel: anáforas, epíforas, anadiplosis, polisíndeton, asíndeton, paralelismo,  enumeración, hipérbaton,… Justificando siempre el uso que se le da.

Consulta tus dudas sobre figuras literarias en este enlace: Figuras literarias

Ejemplo: Comentario morfosintáctico del poema Testamento, de León Felipe


Desde el punto de vista morfosintáctico, hay que destacar la relevancia de los sintagmas nominales, encabezados por la repetición de sustantivos claves en el poema: fuego, gusano, espejo y carne, acompañados de numerosos adjetivos especificativos que expresan el pesimismo y la desesperanza que el yo lírico pretende transmitir desde el primer verso: curvo, torcido, sucio, fantasmal, amarga, helada, paralítica, grotesca y ciego.

Es también significativa la presencia de determinantes posesivos de primera persona, sobre todo en la última estrofa encaminada a remarcar la idea final del poema, que no es otra que la negación del yo y la nada absoluta, principio y fin del poema.

En contraste con este estilo nominal predominante y basado en figuras de repetición, se aprecia la escasez de verbos, muchos de ellos suprimidos, dando lugar a estructuras nominales yuxtapuestas. Las formas verbales que aparecen están mayoritariamente en presente de indicativo, reflejo del estado actual del poeta, pero en el verso diecisiete, antesala del de conclusión, surge ese cantaba, en pretérito imperfecto, que marca un pasado que ya no volverá, un pasado que hay que destruir y que no es otro que el amor simbolizado en un mirlo ciego que antaño anidó en esa jaula grotesca que es el cuerpo del poeta. Ese tiempo pasado pero cercano viene además intensificado por la presencia del adverbio temporal que lo acompaña: ayer.

Destaca en este nivel de estudio la abundancia de figuras literarias que contribuyen a estructurar el poema, como la epífora, repitiendo al final de distintos versos los términos espejos, fuego y ciego (siendo especialmente significativa la del mirlo ciego de los últimos versos); y la anadiplosis, con la repetición de las palabras pez y rey en los versos diez, once y doce. Tremendamente importante es el paralelismo, destacando el antitético del primer verso, cuya estructura con algunas ampliaciones va a volver a repetirse a lo largo de todo el poema: todo para el fuego – todas mis pertenencias para el fuego – al fuego todo – nada para el gusano de la tierra. Junto a él, es también relevante el paralelismo establecido en el verso catorce: mi carne helada, mi carne paralítica.



Comentario métrico y del plano fonológico



En este nivel de análisis nos centraremos en realizar el comentario métrico y explicar las principales figuras literarias relacionadas con sonidos.

a)      Para realizar el comentario métrico, debes seguir los siguientes pasos:
a.       Comprobar si el texto está o no dividido en estrofas; es decir, si es un poema estrófico o no estrófico.
b.      Medir los versos y clasificarlos por su número de sílabas: arte mayor o arte menor, octosílabo, endecasílabo, alejandrino… Si el verso tiene 12 o más sílabas, es muy posible que sea un verso compuesto, en cuyo caso recuerda que debes medirlo en dos partes, puesto que el verso estará dividido en dos hemistiquios, separados por una cesura (pausa interna situada aproximadamente en la mitad del verso).
c.       Observa la rima: si es asonante o consonante y qué esquema o patrón sigue.
d.      Qué tipo de estrofa (pareado, terceto, cuarteto, lira...) se utiliza y qué tipo de poema (romance, soneto…)-
e.       Qué licencias métricas has encontrado: diéresis, sinéresis.

¿Tienes dudas sobre las estrofas? consulta la wikipedia en este enlace: Tipos de estrofas

b)      En cuanto a las figuras literarias, busca ejemplos de:
a.       Aliteración y/o onomatopeya
b.      Paronomasia (Nubes/naves)

No olvides que debes justificar su uso. Si tienes dudas, puedes consultar la figura que necesites en este enlace: Figuras literarias


Ejemplo: Comentario fonológico del poema En nombre de muchos de Blas de Otero

Nos encontramos ante un poema estrófico, formado por un conjunto de versos endecasílabos y tetrasílabos (con excepción del verso quinto, que es heptasílabo) que se distribuyen en tres estrofas simétricas de cuatro versos cada una, con rima consonante cruzada (ABAb). Son, por lo tanto, variantes del serventesio tradicional, en las que destaca el verso tetrasílabo de cierre que remarca el significado que para el poeta tiene la palabra alegría.

El texto posee una gran sonoridad, remarcada por las constantes paronomasias (hombre/hambre; sombra/nombre; mundo/inundado; sangre/engangrenado) que remarcan palabras clave del poema, y las aliteraciones, siendo especialmente significativas las de los sonidos /s/ (sepultado, sed, salobre, son, sombra) y /r/ (sangre, patria, arrastrados, ríos, alegría…), utilizados con idéntica finalidad.

martes, 8 de enero de 2013

Cómo se comenta un texto literario



           Comentar un texto tiene como finalidad explicar qué es lo que el autor dice, cómo lo dice, justificando por qué lo dice así, y qué impresión produce; no consiste, por tanto,  en hacer una lista de sus características, sino en construir un texto propio basándonos en aquel que estamos comentando. Por ello, debemos respetar las normas de coherencia y cohesión para que nuestro texto sea comprendido por aquél que lo lea.

Antes de ponernos a redactar nuestro comentario, debemos realizar una labor de análisis del texto, para lo cual nos fijaremos en los siguientes aspectos:

·         Su métrica, ritmo y rima y las figuras literarias que se emplean en el nivel fónico.
·         Ver qué tipo de verbos se utilizan, en qué tiempo y forma están, qué persona predomina, si abundan los verbos o, por el contrario, lo hacen los sintagmas nominales.
·         Fijarnos en las estructuras sintácticas que usa el autor: frases muy largas o muy cortas, predominio de oraciones coordinadas o subordinadas, si hay ruptura o repetición de estas estructuras… Es importante tener en cuenta las figuras literarias en el nivel morfosintáctico.
·         Analizar el léxico fijándonos en el registro empleado (coloquial, culto, vulgar..) y elaborando los campos semánticos y léxicos fundamentales. Hay que tener en cuenta tanto el léxico como las figuras literarias de tipo léxico-semántico.
·         Analizar cómo está estructurado internamente el texto: ¿en cuántas partes podemos dividirlo?
·     Si el texto es narrativo, recuerda que debes tener en cuenta los elementos literarios de la narración: el narrador, los personajes, el tiempo y el espacio.
·         Elaborar el tema central del texto y, en su caso, los temas secundarios que podamos relacionar con aquél.

Una vez analizados todos estos aspectos, pasaremos a redactar nuestro comentario, para lo cual puede servirnos de ayuda el siguiente guion

1.       Expresar cuál es la idea fundamental del texto, indicando sus características (tradicional o innovador, moral, amoroso, social...). Si es un tópico literario (carpe diem, ubi sunt...), debe explicarse y justificar en relación con el periodo literario en que se localiza el texto. También señalaremos si es un tema habitual del autor o de la corriente literaria a que pertenece: podemos servirnos de alguna coletilla para comenzar nuestro comentario, por ejemplo: " El presente poema expresa el reproche del yo lírico hacia una dama que está en sus pensamientos, pero que no le corresponde y prefiere a otro galán."
2.       Indicar cuál es su estructura interna.
3.       Indicar si nos encontramos ante un fragmento o si es un texto completo y proceder a comentar los distintos niveles del lenguaje:
4.       El nivel fónico: comentario métrico (tipo de verso empleado por su número de sílabas, tipo de rima y esquema de la misma, tipo de estrofa, tipo de poema), ritmo y figuras fundamentales. También podemos hablar de los encabalgamientos si estos son significativos.
5.       El nivel morfosintáctico: especificar el estilo del texto en función de que predominen en él S. Nominales o verbales, y las figuras literarias en este nivel.

-                      Sintagma nominal: si destaca el uso del nombre predomina el estatismo sobre el dinamismo, la frase suele ser más larga, el ritmo más lento. Relacionado con el nivel semántico, hay que destacar si en la significación de los nombres sobresalen claramente los concretos (preeminencia de la objetividad) o, por el contrario, existe una relativa abundancia de los abstractos (en este caso, el texto es fundamentalmente conceptual, lógico; o bien, predomina la subjetividad del hablante). Se tendrá también en cuenta el posible empleo de los afijos, especialmente sufijos de carácter subjetivo (afectivos, despectivos...).

-                      Sintagma verbal: si hay abundancia de verbos, el texto es dinámico, narrativo. La abundancia de formas del subjuntivo denota algún tipo de subjetividad que habrá que precisar, por oposición al modo indicativo propio de la objetividad. El aspecto perfecto es propio de la narración, ordenando temporalmente las acciones, mientras que con el uso del imperfecto éstas se difuminan en el tiempo sin ofrecer precisión cronológica, por lo que es más descriptivo que narrativo.

6.       Nivel léxico semántico: La frecuencia de determinados tipos de palabras, su selección, la riqueza léxica... son elementos importantes a considerar en el comentario de textos, así como las características del léxico utilizado en razón de su origen literario, procedencia lingüística y medio social: arcaísmos, cultismos, neologismos, barbarismos, casticismos, vulgarismos...
 Los valores contextuales, la connotación y los fenómenos semánticos como la homonimia, la polisemia o la antonimia pueden tener también particular relevancia, así como las figuras literarias en este plano.

7.       Concluir nuestro comentario: Al acabar nuestro comentario, es conveniente cerrarlo con un resumen lo más breve posible de aquellos aspectos que más nos hayan llamado la atención por su fuerza expresiva, por la originalidad o novedad de su tratamiento temático, por la representatividad de sus formas y contenidos en relación con el autor, la época, el movimiento literario... Se trata de sintetizar las ideas esenciales de nuestro comentario. No debemos confundir esto con una valoración personal apoyada sólo en gustos estéticos particulares, que son esenciales para el disfrute de la obra literaria, pero que aquí no son relevantes.

 Especificaciones para textos narrativos:

En los textos narrativos tenemos que tener en cuenta también los elementos del texto narrativo:
·         El narrador: si está en primera persona y es protagonista de la historia o sólo un testigo: si está en tercera, distinguiremos entre el narrador omnisciente y el narrador cronista (que se limita a contar lo que ve). En ambos casos, el narrador puede opinar sobre lo que cuenta (subjetivo u objetivo). Aquí podemos relacionar también recursos técnicos modernos, como el estilo indirecto libre (en el que un narrador en 3ª persona transmite los pensamientos más íntimos de un personaje, intercalando su discurso con el de éste sin ninguna marca formal que los separe) y el monólogo interior (en el que el narrador es la mente del personaje en un discurso un tanto caótico que denominamos “flujo de conciencia”).
·         Los personajes: los describiremos según su forma (características físicas o prosopografía, y características psicológicas o etopeya) y según su función (protagonista, antagonista, secundario, ayudante…). Además, hablamos de personajes redondos o planos en función de si tienen o no evolución psicológica a lo largo del texto.
·         El tiempo: donde podemos hablar del tiempo externo (una época, una estación…) y del interno. Este último tiene que ver con el ritmo narrativo: el texto será rápido o lento dependiendo de los acontecimientos y el tiempo transcurrido. Podemos encontrar analepsis (flash backs o retrocesos) y prolepsis (anticipaciones). También podemos mencionar el tiempo subjetivo.
·         El espacio: habremos de señalar si el lugar donde transcurren los acontecimientos (real o fantástico, abierto o cerrado) es importante.

Especificaciones para textos teatrales

·         En ellos distinguiremos entre las acotaciones (que pueden tener más o menos importancia, y ser más o menos literarias o funcionales) y las intervenciones de los personajes en estilo directo. Dichas intervenciones pueden constituir diálogos más o menos rápidos (según las réplicas) o soliloquios. Podemos hablar también de los apartes, que son un caso especial de estos últimos. A través de diálogos y acotaciones habrá que describir a los personajes.
·         Asimismo, podrá existir un espacio implícito (creado a través de las intervenciones de los personajes) y un tiempo implícito, si hay un transcurso temporal sin que se nos especifique a través de un cambio de escena.

El tema del sueño en la literatura


La tradición literaria ha hecho uso del tema del sueño desde tiempos inmemoriales. Si nos vamos directamente a los orígenes de la literatura, vemos como ya en los primeros textos se recurre a este motivo:

-          En la Biblia el sueño es concebido como un don divino: muchos oyen en sus sueños la voz de Dios. Pero quizá el más importante de todos es el que aparece en el Génesis: Dios infunde el sueño a Adán y cuando este se despierta se encuentra con que le han creado una compañera, Eva, iniciándose así la humanidad. Según este concepto, el ser humano procede de un sueño de Dios, y nos hace plantearnos una pregunta: ¿dejamos de existir cuando Dios deja de soñarnos?
o        Otros sueños bíblicos: a José se le anuncia así que el hijo de María ha sido obra del Espíritu Santo.

-          En la tradición griega, el tema de sueño es de gran importancia, tanta que va a tener su propio dios, Hipnos, encargado de inspirar a los seres humanos en sueños (a través de su hijo, Morfeo, que es quien los dirige) y susurrarles también obras y poemas. Es una segunda concepción de la función del sueño también de larga tradición: muchos autores de todos los tiempos afirman que sus obras son producto de sus sueños. (Ejemplo: Stevenson afirmaba que su Jekill y Hyde había nacido en un sueño, en el que había encontrado también la clave de la dualidad bien/mal en el ser humano).
Esta idea de los dioses protectores del sueño se da también en otros pueblos de la Antigüedad, como los egipcios (el dios Bes), hindúes (la diosa Parvati) y mesopotámicos (Nanshe).


En la tradición persa y árabe, una de las obras más importantes es Las mil y una noches, en muchos de cuyos cuentos se trata este tema, que se nos muestra como una imagen de la realidad, como un juego de espejos en los que ésta se verá reflejada y que nos impide ver lo que tenemos a nuestro alrededor: El sueño del mercader (un hombre de El Cairo sueña que su fortuna se encuentra en Ispahán), El sueño del campesino (o cuento del durmiente despierto, en el que un rey y un mendigo intercambian sus papeles y el segundo cree que todo ha sido un sueño).

Llegamos de esta manera a la Baja Edad Media, donde el tema será tratado por autores tan dispares como Don Juan Manuel (El conde Lucanor: De cómo la honra de este mundo no es sino como sueño que pasa) y Dante: en el Canto Primero de la Divina Comedia se nos presenta al poeta soñando: el sueño es aquí sinónimo de perdición, de extravío, de desorden, de ignorancia. Dante ha perdido el camino recto y se encuentra dormido en la selva-error (pecado). El sueño, por lo tanto, señala la pérdida de dicho camino, y es consecuencia de la pérdida de la inteligencia, la prudencia y la sabiduría.


Oberon y Titania. Arthur Rackham
Pero, sin duda, uno de los momentos en los que el sueño va a cobrar un protagonismo especial en la literatura y en el arte es en el BARROCO. Veámoslo a través de dos obras:

o        El Sueño de una noche de verano tiene una estructura onírica, en la que el mundo real de los amantes nobles y los artesanos cómicos se mezcla con naturalidad con el mundo mágico de las hadas y los duendes. Puck, por orden del rey Oberón, utiliza un filtro mágico que hace que aquel en quien se aplica se enamore locamente de la primera criatura viva que sus ojos vean, creando un juego de confusiones amorosas entre los personajes de la obra. Cuando todo vuelve a la normalidad, creen que ha sido el fruto de un sueño. La misma idea la recogerá siglos después Lewis Carroll, tanto en Alicia en el país de las maravillas, como, sobre todo, en su continuación Alicia a través del espejo, en la que retoma también la idea del personaje soñado y la confusión entre realidad y ficción.

o         Y la misma idea la recoge Calderón de la Barca en La vida es sueño, que es quizá la obra que mejor representa el concepto barroco de este tema, que irá íntimamente unido al del paso del tiempo, a la fugacidad de una vida de ficción que el tiempo se encargará de destruir, una vida que no es sino un sueño cuyo despertar es la muerte (pesimismo barroco de herencia medieval). Calderón plantea esa dicotomía barroca entre la vida terrena y la vida celestial en la que la primera queda asimilada a un sueño del que sólo despertamos al morir. Lo real es, por tanto, la muerte, la existencia ultraterrena, y la vida es asimilada, por el contrario, a la irrealidad del sueño, de tal manera que se invierten los términos de nuestra percepción cotidiana: la vida es muerte y la muerte es vida. Esta idea  nace probablemente del mito de la caverna de Platón: la vida, el mundo de la representación es lo falso, lo puramente aparencial, frente al mundo verdadero que está siempre más allá.


El sueño de la razón produce monstruos. Goya
Tras el paréntesis ilustrado en el que la Razón se impone al sentimiento y encorseta la realidad, el sueño volverá con fuerza en el siglo XIX de la mano del Romanticismo. Los escritores románticos quieren romper los límites de la realidad y volar hacia las regiones infinitas de la imaginación y de la fantasía, y uno de los principales procedimientos para conseguirlo va a ser el recurso al sueño y a la visión o ensoñación, dos estados próximos por lo que suponen de alteración de la consciencia pero que presentan algunas diferencias:

  • El sueño se produce cuando se duerme.
  • La visión o ensoñación se produce mientras se está despierto, pero en un estado crepuscular producido por el alcohol, las drogas, el cansancio extremo y otras causas que favorezcan la relajación mental (nos conduce a la idea del artista inspirado, propia de los decimonónicos poetas malditos).

El sueño puede ser catalogado como una “visión buena” y pasa a ser, en el romántico, sinónimo de lo deseado: por ello, la literatura romántica se llena de sueños de amor y gloria. La visión, por el contrario, tiene que ver con las pesadillas o sueños malos, y por eso se va a relacionar con el horror y la muerte, acompañándose de espectros, fantasmas, demonios e imágenes infernales.

Pero el sueño romántico va mucho más allá que todo eso, puesto que para ellos las fronteras entre sueño y realidad se difuminan al tiempo que se unen al concepto de “creación poética”. El sueño se convierte así en un vehículo perfecto para adentrarse en el mundo interior en busca de la poesía, que se encuentra oculta entre los entresijos de un mundo confuso y caótico. Bécquer es el primer autor que abre en España el camino del sueño como instrumento que permite al poeta bucear en ese mundo:

"Me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido; mis afectos se reparten entre fantasmas de la imaginación y personajes reales."

En esta potenciación del sueño Bécquer coincide con otros autores como Hölderlin (“El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa”) o Novalis, que lo convierte en uno de los temas fundamentales de su inacabada novela Enrique de Ofterdingen, donde se retomará el papel premonitorio de los sueños, tan tradicional en la literatura.
Fauna in La Mancha. Vladimir Kush

El romanticismo anticipó así la exploración del subconsciente a la que pretenden llegar los artistas más representativos de las vanguardias del siglo XX, fundamentalmente los surrealistas. André Breton, autor del manifiesto surrealista, consideraba que el artista debe escapar de la lógica opresiva de la vigilia, dando vía libre a los sueños, pues sólo así logrará liberar la imaginación y conseguir una creatividad ilimitada. Por ello, los surrealistas proponen escribir al dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajenos a toda preocupación estética o moral y lo suficientemente rápido como para no caer en la tentación de releer lo escrito. Para acceder a ese mundo del subconsciente, se emplearán diversas técnicas, como la escritura automática, el collage, la hipnosis o la transcripción de sueños.


Si quieres saber más sobre el mundo de los sueños, desde distintas perspectivas, pincha el siguiente enlace: