domingo, 27 de enero de 2013

Leyendas románticas en la ciudad de Toledo


El interés de los autores románticos de toda Europa por recuperar las tradiciones populares de sus respectivos países no fue ajeno a nuestros escritores nacionales. Así, Bécquer y Zorrilla resucitaron gran número de historias legendarias de la tradición oral, procedentes de la España medieval y renacentista, y crearon otras nuevas.

Concretamente, José Zorrilla se inspiró la leyenda toledana del Cristo de la Vega para su obra A buen juez, mejor testigo. Cuenta esta leyenda, que en la ciudad de Toledo, doña Inés de Vargas tenía amores ilícitos con el joven y apuesto Diego Martínez, y que ante la partida de él a los Tercios de Flandes le pidió promesa de matrimonio, que el joven le dio ante la imagen del Cristo de la Vega. Partió a la guerra, demorándose en volver, mientras Inés languidecía. Cuando por fin, un día, se produjo tan esperado regreso. Más, ¡ay!, Diego había olvidado todas sus promesas, y negó una vez tras otra que en algún momento hubieran tenido lugar.

Desesperada, Inés acudió al gobernador de la Corte, quien le pidió en el juicio la presencia de un testigo. De esta manera, un nutrido grupo de notables de la ciudad se encaminaron a la ermita del Cristo de la Vega. Una vez allí, el notario se adelantó y dirigiéndose a la imagen de Jesús le dijo:

-          ¿Juráis ser cierto que un día a vuestras divinas plantas juró a Inés Diego Martínez desposarla por mujer?

Entonces, todos los presentes vieron cómo la mano derecha del Cristo se desclavaba de la cruz y se posaba sobre los autos con un golpe seco. Al mismo tiempo, se oyó desde lo alto una voz profunda que decía:

-          Sí, juro.

.El penitente. Foto de David Utrilla en flicker
El honor de Inés quedó restaurado, aunque ella renunció a la satisfacción de la promesa e ingresó en un convento. También Diego se entregó a una vida de oración y penitencia, no olvidando jamás aquel milagro que habían presenciado.

Y si hablamos de leyendas tenemos que hablar, lógicamente, de Gustavo Adolfo Bécquer, autor de un conjunto de narraciones breves escritas y publicadas entre 1858 y 1864 bajo el nombre, precisamente, de Leyendas. Muchas de ellas están íntimamente relacionadas con la ciudad de Toledo:

Tres fechas: esta en realidad no es una leyenda, sino una experiencia del propio autor, que al pasar por una calle toledana puso su mirada en una ventana, cuya cortinilla se movía haciéndole creer que por obra de la mano de una misteriosa mujer. Algún tiempo después, creyó ver la misma mano saludándole desde la ventana de un palacio que estaba dibujando. Un año más tarde, en la misma plaza, entró en el convento que allí se hallaba y presenció la toma de hábito de  una novicia. Al preguntar por ella, le dijeron que era una joven huérfana que anteriormente vivía, curiosamente, en la misma calle en la que estaba la cortinilla que se movía.

Rosa de pasión: leyenda judía que nos habla sobre el vengativo y rencoroso Daniel Leví, cuya hija Sara se enamora de un cristiano. Cuando el padre se entera decide no permitirlo, y en compañía del joven hebreo que le puso en antecedentes se dirige a las ruinas de una iglesia en el monte, preparándolo todo para realizar una crucifixión. Sara, que los ha seguido hasta allí, piensa que van a crucificar a su amado, y se enfrenta a ellos, diciéndoles que se ha convertido al cristianismo y que se avergüenza de sus orígenes hebreos. El padre entonces la crucificó. Cuenta la leyenda que años después un pastor encontró en aquel lugar una rosa, y bajo ella el cadáver de una mujer martirizada, y por eso le llamaron La rosa de la pasión.

Ofenda a Toledo. Foto de to311235 en flicker
El beso: Esta leyenda tiene como protagonista a un capitán francés, alojado junto a sus hombres en una vieja y abandonada iglesia toledana. Tras pasar allí la noche, cuenta a sus amigos que había pasado la velada junto a una hermosa mujer: una estatua de mármol de una tumba. Todos  se ríen de él y el capitán los invita a que esa noche acudan a la iglesia a conocerla. Así lo hacen, bebiendo y emborrachándose. El capitán, exaltado por la bebida, se acerca a la tumba de doña Elvira, que así se llamaba la mujer de la estatua, y escupe en la cara de la estatua del marido, acercando sus labios a la estatua de la dama para besarla… pero antes de que sus labios la rozaran, el guante de mármol de su esposo le destrozó la boca, la nariz y parte de la cara, haciéndole caer, ensangrentado, sobre el pavimento de la iglesia…

El cristo de la calavera:  esta leyenda nos habla de la rivalidad de dos amigos por conseguir el amor de la misma mujer, de nombre doña Inés. Un día, a la dama se le cayó un guante y los dos jóvenes se lanzaron a por él, agarrando cada uno de un extremo sin que ninguno cediera, teniendo que intervenir el propio rey para devolvérselo a su dueña. Así las cosas, los dos caballeros se citan por la noche en la plaza del Cristo, donde, en un arco rehundido en el muro, había una imagen de Cristo clavado en la cruz y con una calavera al pie. Cada vez que los jóvenes levantaban sus espadas para entrar en combate, los farolillos se apagaban y una voz misteriosa parecía decirles que no rompieran la amistad que tantas veces habían jurado mantener. Ante esta situación, Alonso y Lope se encaminan a casa de doña Inés para que sea ella quien elija a uno de los dos… mas, al llegar allí, descubren a un hombre, el amante de doña Inés, bajando del balcón con una cuerda… Los dos amigos se marchan de allí riendo, y al día siguiente, cuando marchaban a la guerra, doña Inés los vio sonreír y se dio cuenta, avergonzada, de que su honor había quedado mancillado para siempre…

La ajorca de oro: la última de las leyendas becquerianas de las que vamos a hablar nos habla también de una mujer fatal, caprichosa y frívola, que va a provocar la perdición de su amado, Pedro. Este la encuentra un día llorando, y al preguntarle el por qué ella le cuenta que había visto que la Virgen del Sagrario, patrona de Toledo, tenía una ajorca de oro que ella deseaba con todas sus fuerzas. Pedro le dice que haría cualquier cosa por ella menos robar a su  Santa Patrona, pero ante el sufrimiento de la joven decide hacerlo. Así, una noche se dirige a la catedral, y trepa hasta la imagen en medio de las tinieblas. Tembloroso y atemorizado, cierra los ojos y arranca la valiosa joya del manto de la virgen. Cuando abre los ojos, da un grito aterrorizado y cae al suelo, y allí observa cómo todas las estatuas de la catedral, santos, monjas, ángeles y demonios, cobran vida y se dirigen hacia él… que cae desmayado. Al día siguiente, los encargados de la catedral lo encontraron al pie del altar, con la ajorca en las manos, la mirada perdida y gritando en dirección a la virgen: ¡suya, suya!.. Había enloquecido.

Para saber más sobre la ciudad de Toledo y sus leyendas, escuchad este audio:



3 comentarios:

  1. Muy interesantes las leyendas, para recordarlas mientras se recorren las calles de Toledo.

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  2. Muchas gracias Ruth, me alegra que te hayan gustado :D

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  3. Ese programa fue muy bueno, como todo lo que soléis hacer en El abrazo del oso.

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